LA VERDAD QUE INTENTARON ESCONDER EN EL FONDO DEL RÍO

 Él estaba delante de todos, y todos ignorábamos delante de quién estábamos. Esta historia conmovió en su momento a toda Bolivia



 

Recibir la llamada de ayuda para buscar a una persona desaparecida suele ser normal en los canales de televisión, mucha gente desaparece porque decide irse, otras porque se la llevaron y otras porque no las dejaron volver.

 

Esta llamada no quedó solo en una llamada. Era el 22 de noviembre de 1999 cuando una madre angustiada llamaba con la finalidad de que ayuden a encontrar a su hija Adriana Aguilera Lora, de 24 años, hacía días que no tenía señales de ella. La joven, quien hacía trabajos de modelo y estudiaba en la universidad vivía en una residencia donde alquilaban cuartos,  los mismos que  eran ocupados en su mayoría por estudiantes.

 

Las preguntas llegaron inmediatamente a la policía y hasta ese momento …Adriana era una joven desaparecida, pero para Irene Lora, su madre, algo había pasado…su sexto sentido le indicaba que el enamorado, Ricardo Edgar Salaues Hurtado tenía algo que ver, pero Salaues quería demostrar todo lo contrario.

 




Las investigaciones establecieron que la joven estuvo en el domicilio de Ricardo, ubicado en un condominio de la zona norte de Santa Cruz, en el libro del guardia, que después, sería una pista determinante, figuraba que había ingresado el 17 de noviembre.


Salaues había preparado una fiesta de cumpleaños para Adriana, sería la última;  en esta casa estaba el mejor amigo del dueño de casa, Loddy Alberto Aras Suárez, junto a otras invitadas.

Basados en ese dato los investigadores del caso interrogaron a Ricardo Edgar Salaues Hurtado  y a su amigo Loddy Alberto Aras Suárez quien en todo momento negaron conocer el paradero de la joven, pero las sospechas estaban, a la de la madre ahora se sumaban las sospechas de la policía, no aparecía la salida de Adriana en el cuaderno del condominio que manejaba la seguridad.



Los días seguían pasando y las sospechas de la madre seguían creciendo. No recuerdo exactamente la fecha, pero fue una mañana que con mi camarógrafo llegamos hasta la casa de Salaues, allí donde las paredes guardaban el secreto de todo lo que había pasado, al ingresar encontramos a Irene Lora, sentada al lado de aquel hombre al que ella miraba con desconfianza. Era una conferencia de prensa. Salaues se mostraba conmovido y desesperado pidiendo que aquel que tenga datos de Adriana los haga conocer para encontrarla, incluso ofreció una recompensa de 5 mil dólares. Una recompensa que nunca se pagó ya que el dato principal lo tenía él y su amigo Aras. 

 


Como periodista buscábamos pistas, fueron imposibles encontrarlas y la policía finalmente llegó a ponerle punto final a la investigación. Todos nos concentramos en el Comando, el primero en salir fue el comandante acompañado por el Jefe de Homicidios y de la PTJ (Policía Técnica Judicial, como se llamaba antes de ser FELCC), minutos después las sospechas de la mamá de Adriana se confirmaban, Ricardo Salaues y Loddy Aras eran presentados como los autores de la desaparición de Adriana Aguilera Lora. Una desaparición porque hasta el momento no había cuerpo.


Salaues y Aras, según se puede ver en su expediente admitieron que en el cumpleaños de la joven las cosas se habían salido de control, hubo consumo de droga .


 

Textualmente Ricardo Salaues indica que el 19 de noviembre ,tercer día de festejos del cumpleaños: “Estábamos en un estado altamente influenciado por el efecto de la droga y la bebida” Admite que cuando Adriana no reaccionaba a los golpes en la mejilla, la respiración boca a boca  que Loddy Aras le hacía, y ante la idea de llamar a Radio Patrulla 110 o una ambulancia, optaron por desaparecer el cadáver, subiéndola a una vagoneta y dirigiéndose hacia Abapó. Indicó que en el camino compraron una soga de color celeste y recogieron una piedra, la cual amarraron  al cuerpo de Adriana y, una vez en el puente de Abapó, la lanzaron a Río Grande. Responsabilizó a Aras de no querer llamar a la policía, ya que Loddy le dijo que no quería volver a la cárcel dado que había estado preso en Francia por drogas. (  Tribunal Supremo de Justicia Bolivia- Auto Supremo AS/0483/2001- Fecha: 03-Oct-2001 https://juristeca.com/bo/tsj/auto-supremo/2001/10/auto-supremo-as-0483-2001



EL TERROR EN PRIMERA PERSONA:


"En la indagatoria prestada por el procesado Ricardo Edgar Salaues Hurtado a fs. 135 - 138, se rescata como algo nuevo lo siguiente: "...A la Mamá de Adriana le pido perdón no por haberla matado sino por haberla echado al río..."; "...Ella murió por una sobre dosis..."; "...Estábamos en un estado altamente influenciado por el efecto de la droga y la bebida...". Aquí precisa que se dio cuenta que cuando Adriana no reaccionó el día 19 de noviembre de 1999, era el medio día; pero en sus anteriores versiones refiere que fue entre 09:00 a 10:00; igual diferencia en el tiempo se da en cuanto a la hora de partida hacia Abapó, en sede policial habló de horas 17:00 y en esta instancia judicial indica que fue aproximadamente a horas siete de la noche. Por último expresa: "...Yo no la maté el error grande fue haberla ido a echar al río por no haber llamado al 110 o a una ambulancia...". No, se puede dejar de referirse al sobre borrado que aparece en fs. 138, que no ha sido salvado por la Juez 10º., de Instrucción en lo Penal, detenimiento obligado por ser precisamente uno de los aspectos impugnatorios de la nulidad del mencionado procesado, que aduce no haber sido notificado ni con la denuncia, querella, ni el auto de apertura de proceso. En su confesión  de fs. 594 - 610 vlta. manifiesta: que estaba totalmente drogado y no podía actuar como una persona que está sin droga y que a Adriana la conoció adicta a la droga, nunca le obligó ni la indujo a consumir droga.""


"En relación a la indagatoria del procesado Loddy Alberto Aras Suárez, de fs. 142 - 144 vlta., se extraen algunos elementos nuevos y más precisos que en sus anteriores deposiciones: "...Le hice respiración boca a boca, le hice oler alcohol, pero no reaccionó hemos esperado de 6 a 7 horas, pero desgraciadamente somos unos malditos drogadictos..."; "...Estoy dispuesto a pagar el crímen...".En la confesión que presta a fs. 633 - 635, indica: " ...cuando traté de lanzarla por el peso la escape y cayó sobre los parantes de hierro del puente y de ahí Ricardo me ayudó a alzarla y la lanzamos al río, la piedra amarramos al cuerpo al otro lado del río y lo hice dentro del vehículo, y eso lo hice sólo..."; "...entre ocupar el espejo, hacerle respiración boca a boca y hacerle olerle el alcohol he estado casi una hora y no obtuve ningún resultado con el espejo..." ; "...toda persona que anda drogado, anda con la paranoia, tiene el temor a la policía, por ambas cosas y al darnos cuenta que estaba muerta decidimos hacer lo que hicimos..." y al finalizar agrega: "...yo la vi en mi delante lo hizo y era cocaína, ella inhalaba por la nariz. Nunca la vi llevar droga a Adriana Aguilera a la casa de Ricardo"."


EL HALLAZGO Y EL GOLPE


Pasaron aproximadamente 20 días para encontrar los restos de Adriana y un poco más para quedar golpeados con otro dato. El grupo SAR encontró los restos óseas de la joven de 24 años., los mismos que fueron estudiados por los médicos forenses Rafael Vargas Peña y Celso Cuéllar Rossel junto con forenses cubanos, frente a una apelación presentada por los acusados el Doctor Vargas textualmente indicó: ” Los elementos y los signos encontrados en la observación en el estudio  que se realizó en el cráneo que son presencias de pequeñas hemorragias, quiere decir que la persona está viva.”  La causa de la muerte no fue una sobredosis como querían hacer creer Ricardo Salaues y Loddy Aras paras tratar de disminuir la culpa, la causa de la muerte fue por la penetración del agua en vías respiratorias, es decir murió ahogada. A Adriana la arrojaron viva desde el puente al río. (  Tribunal Supremo de Justicia Bolivia- Auto Supremo AS/0483/2001- Fecha: 03-Oct-2001 https://juristeca.com/bo/tsj/auto-supremo/2001/10/auto-supremo-as-0483-2001




Por la forma en que actuaron los dos acusados, la justicia los condenó a 30 años de cárcel por asesinato. Sin embargo, solo uno siguió cumpliendo la sentencia porque, en la cárcel de Palmasola, Ricardo Salaues se quitó la vida.


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